Durante mucho tiempo los pueblos escandinavos conservaron sus creencias religiosas tradicionales
Estos días anuncian en una cadena
de televisión, una película que se titula,
“Nuestro
último verano en Escocia”,
que tuve oportunidad de ver meses atrás y por cierto divertidísima, y que trata sobre un abuelo, que a petición propia,
a su fallecimiento, sus nietos le hacían un entierro vikingo.
Los vikingos practicaban dos
tipos de enterramiento, la cremación y la inhumación. En ambos, el cuerpo se
enterraba dentro de una nave. La forma más conocida es el mítico entierro
marino que vemos en las películas. Se
deposita el cadáver en una nave, se incorporan los objetos más apreciados del
difunto, se le prende fuego y se empuja
la pira funeraria al mar.
Las creencias escandinavas sobre
la otra vida eran vagas y la mayoría bastante sombrías. Los muertos en general
eran muy desdichados y a menudo una molestia para los vivos, por lo que había
que librarse de ellos. La muerte no es
el cese de la vida, sino otra forma de existir, pero más cutre. Depende del
comportamiento en vida del vikingo, se
iba tras la muerte a una parte u otra del “otro
mundo”, que no debía de tener muy buenas expectativas, por lo que lo mejor para los vikingos era “vivir el
presente”.
De ahí que los vikingos fueran tan atrevidos, emprendedores y aventureros en
la lucha, en los viajes y en la búsqueda de la riqueza y la fama. Había que vivir lo mejor posible y
dejar un rastro glorioso a sus vástagos y sus sagas.
Si algún sentido tenía la vida te
lo debías proporcionar tú mismo, logrando algo importante para que fueran
recordados en la posteridad.
Y una vez vivida la vida, de la
mejor manera que sabía, se iban al más allá, en su pira funeraria.
“En la religión vikinga nada es
canónico. No esperes prácticas homogeneizadas como en el cristianismo o el
islam. No hay una teología sistematizada, ni dioses supernaturales, ni grandes verdades
establecidas. Nada hay muy concreto sobre el sentido de la vida. El paganismo
vikingo no tenía en realidad respuestas. Probablemente tenían razón: no estamos
aquí por ningún propósito”, dice John Haywood, profesor en la Universidad de
Lancaster, y uno de los mayores expertos mundiales en vikingos.
Y explicado todo esto, me vuelvo
a remitir a la película antes citada, que trata de todo esto, pero en el siglo
XXI y tratada de una forma bonita y divertida.
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