Los ataques repentinos de risa pueden ser mortales
No cabe duda de que la risa es la
mejor medicina para muchos de nuestros males, pero también puede tener
consecuencias graves para la salud.
En estudios registrados de
pacientes de 1946 hasta ahora, descubrieron que un repentino ataque de risa
puede causar una parada del corazón, el desgarro de la garganta e incontinencia.
También puede provocar una rápida inspiración y causar la inhalación de cuerpos
extraños y provocar ataques de asma.
Pero mencionado esto lo que está
claro es que reírse tiene un impacto de lo más positivo para la salud. Reduce
la rigidez de la pared arterial, con lo cual alivia la tensión. Se dice que la
risa genuina durante todo el día ayudó a los participantes de un estudio a
quemar 2.000 calorías y bajar el nivel de azúcar en la sangre en los diabéticos
y se dice que también mejora la fertilidad.
¿Y por qué nos dan ataques de
risa?
La risa está relacionada con la
alegría y felicidad, con la diversión y con lo cómico. Pero tiene una función
fisiológica y socializadora. Podría estar relacionada con funciones superiores
y propósitos sociales y si la evolución la ha mantenido, tiene sentido pensar
que su función no es meramente fisiológica.
Es una forma de comunicación
innata y comienza aproximadamente a los cuatro meses de vida. Podría incluso
ser una forma ancestral de comunicación heredada de los primates y totalmente
relacionada con el lenguaje.
Lo que no tiene ninguna duda, es
que es un potente imán de apoyo social.
A veces, un ataque de risa, se
presenta en el momento menos oportuno, cuando el resto de los presentes está en
silencio. Cualquier cosa puede provocarlo. Un viejo chiste, un comentario tonto
en un aula llena, que en teoría no tiene mucha gracia, lo más seguro es que
provoque una risa discreta, pero en algunos momentos, alguien lo puede
encontrar excesivamente gracioso y puede provocar un ataque de risa colectivo
incontrolable.
A menos que tengamos una vida
amargada y carente de cualquier forma de sentido del humor, todos hemos pasado
por atacarnos de risa en algún momento y lo que está claro es que es algo
inolvidable.
¡El día más irremediablemente
perdido es aquel en que uno no se ríe!
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