En esta campaña estival numerosos organismos se vuelcan en la concienciación y en la prudencia a la hora de realizar actividades lúdicas propias de esta época: desde la exposición al sol, actividades acuáticas, senderismo, etc
Llegadas estas fechas, con los
sofocantes calores que sufrimos en la Península, estar a remojo es cuestión
casi de supervivencia, pero año tras año en las noticias escuchamos que ha
habido personas, muchas de las veces, niños o adolescentes que han fallecido o
que han quedado parapléjicos o tetrapléjicos a causa de los saltos en el agua.
El pasado año se produjeron en nuestras costas
sobre un centenar de accidentes por este motivo y algunos de ellos fueron
ingresados en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
Hay muchos factores que se suman
para aumentar el riesgo de accidente en caso de saltar al agua, entre ellos, la
altura, la visibilidad del fondo, la profundidad, pero una de las principales
es que el ser humano no es capaz de dominar su cuerpo en caída libre sin un
aprendizaje previo.
Cuando somos niños aprendemos a
tirarnos de cabeza, estamos en el borde de una piscina a tan solo unos
centímetros del agua y el impacto, si caemos mal, nos provoca dolor e incluso
la piel se nos enrojece por el golpe contra la superficie del agua. Esto nos
demuestra que somos incapaces de adoptar la postura correcta para entrar en el
agua.
El agua no absorbe el impacto de
nuestro cuerpo, sino que lo reparte en las superficies del cuerpo que entran en
contacto con el agua. Cuanto menos sea la superficie de choque, menos energía
se absorberá por nuestro cuerpo. Una persona de 60 kg, saltando desde 5 m de
altura soportará una energía de 300 kg, y si salta de 10 m de altura será 600
kg. Estos valores cinegéticos son más
que suficientes para provocar fracturas, esguinces u otras lesiones si caemos
mal y aparte de provocarnos dolor, puede dejarnos inconscientes en el agua,
circunstancia que provocaría un ahogamiento.
Se nos añade a todo esto, el que
los lugares donde se suelen realizar saltos peligrosos están fuera de las zonas
de vigilancia de los puestos de salvamento y no son visibles desde éstos o
están muy alejados, por tanto los tiempos de respuesta en caso de accidente van
a ser altos y nunca debemos olvidad que esto es una actividad de riesgo de la
cual la persona que salta es la única responsable.
Así que aún así después de
explicado todo esto, decides saltar, hazlo con prudencia y no estés nunca sólo.
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