Todos estamos deseando que lleguen los esperados y bienvenidos días de vacaciones que tanto tardan en llegar, pero cambiar de aires tiene algunos efectos colaterales
Uno de los efectos colaterales
que tenemos, es que la primera noche que dormimos fuera de nuestra casa, casi
no peguemos ojo.
Es un efecto que todos
experimentamos, cuando cambiamos el entorno habitual de sueño. Tendemos a
desvelarnos. Masako Tamaki, psicólogo de la Universidad Brown (EE.UU.), nos
aclara alguno de los factores que producen esta dificultad para dormir. Su
conclusión es que según parece uno de nuestros hemisferios cerebrales permanece
despierto cuando intentamos conciliar el sueño fuera de nuestro entorno, con lo
cual tenemos un sueño mucho menos profundo. Los ruidos, olores extraños,
sensaciones táctiles que experimentamos en otro lecho, impiden que se relaje el
estado de alerta, exactamente igual que les ocurre a otras especies animales. Este fenómeno se pudo apreciar en esta
investigación utilizando técnicas neurológicas, ya que los patrones
fisiológicos de los dos hemisferios cerebrales son distintos.
Para conciliar el sueño fuera de
casa podemos hacer lo que hacen los niños pequeños, como llevarnos objetos
personales, muñecos, almohadas, etcétera. Con esto haremos que el dormitorio
desconocido se vuelva más amigable.
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